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jueves, 5 de junio de 2014

Tres problemas capitales.

Editorial de Alejandro Zapata Perogordo

Tres problemas capitales.

Además de muchas dificultades, existen tres principales problemas en nuestro país: la inseguridad, la economía a la baja y la corrupción, cuya causa ha sido falta de voluntad, la incapacidad y la complicidad.

Desde la campaña presidencial se nos vendió la idea de que la experiencia del PRI para gobernar, nos daría mejores resultados y buenas expectativas, en tanto que el principal problema se refería a la seguridad pública. La lucha emprendida por el presidente Calderón en contra de la delincuencia organizada, había sido el tema principal de todas las notas y acciones, inclusive de algunas reformas que hasta la fecha no se han aplicado. El PRI y sus gobernadores lo dejaron solo, los disimulos fueron evidentes y, por lo tanto lo hizo únicamente con la ayuda de las fuerzas armadas, que acreditaron su lealtad al país.

Ahora los hechos son evidentes, persiste aún ese mal, ni siquiera con la asesoría del experto colombiano, el General Naranjo se pudieron establecer las estrategias adecuadas, regresando al camino señalado por la anterior administración. A pesar de contar con gobernadores de su partido, estos continúan nadando de a muertito y dando largas al asunto, no quieren saber del tema y, a un buen número de ellos se dice tienen nexos y compromisos de campaña con los líderes delincuenciales locales, así será imposible lograr avances.

Por otra parte, la economía se encuentra en franco deterioro. En tanto que durante los gobiernos panistas fue un factor donde se puso énfasis para evitar cualquier catástrofe, ahora en apenas año y medio la pusieron por los suelos. No existe manera de responsabilizar a nadie más, la oposición pese a quienes apostaron por una actitud revanchista y rejega, en los hechos se convirtió en un ente responsable y reformista, es más, sin regateos fue más allá en el impulso de aquello propuesto por el gobierno, pues las iniciativas del ejecutivo han sido tibias.

Sin embargo, esta administración sigue sin inspirar confianza, el modelo fiscal adoptado inhibe la inversión, es regresivo y los resultados están a la vista.

Qué decir de la corrupción, en todos niveles, en todos los órdenes, en todos los poderes, en todas partes. Al desmantelarse la Secretaria de la Función Pública, la administración pública se quedó sin fiscalización y, así ha continuado.

El punto es que precisamente en esas tres dificultades se localiza la posibilidad de tener tranquilidad, desarrollo y estado de derecho, que no son cosas menores. Mientras se siga con la ruta actual, por más esfuerzos que se realicen, la situación tiende a empeorar, la obcecación no es buen consejero, es esencial redefinir el camino.

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