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lunes, 2 de diciembre de 2013

EL DESAFÍO DE LA RENOVACIÓN

Editorial de Alejandro Zapata Perogordo

Se ha iniciado en dos de las tres fuerzas políticas más importantes del país, el proceso para la renovación de sus dirigencias partidistas. En términos generales se aprecia como un asunto intrapartidista, que corresponde únicamente a la militancia de cada institución según sus propias reglas, costumbres, tradiciones, coyunturas y dificultades. Aunque no necesariamente es así, pues tratándose de organizaciones de interés público, es válido señalar que también es motivo de un escrutinio general.

Los Partidos Políticos forman parte del sistema constitucional mexicano, son organizaciones de ciudadanos, con programas e ideología, creados ex profeso, para la integración de los poderes. Además, se sostienen de los recursos públicos y están regulados por la legislación establecida específicamente para ello.

No obstante lo anterior, sus propios estatutos y reglas, no quedan a su arbitrio, la autoridad electoral tiene facultades para revisarlos a efecto de que cumplan con los parámetros democráticos que exige la carta magna y, en su caso, aprobarlos.

Es obvio, que los Partidos Políticos son entidades cuyo objetivo se encamina al desarrollo democrático del país, por lo tanto, aquello que hagan o dejen de hacer, también es del interés de todos y no solo de quienes los integran.

La función encomendada a estas entidades tiene características tan especiales y trascedentes para la vida del país, que no existe posibilidad de ser suplida de otra manera, por lo tanto, resulta imprescindible que sus actos se encuentren alineados, tanto en congruencia con su pensamiento, sus formas, los principios democráticos y la ley.

En la actualidad los Partidos Políticos en general, pasan por etapas críticas, circunstancia similar a lo que ocurre en el país. Lo que ha dado pauta para poner mayor atención al anecdotario, que para buscar soluciones en las grandes definiciones.

Ahora que están en puerta las competencias internas tanto del PRD como del PAN, para definir a los dirigentes, comienza la definición de qué tipo de Partidos Políticos requiere México. Lo lamentable del asunto, es el riesgo de caer únicamente en la descalificación, extraviándonos en la coyuntura interna, satisfaciendo el morbo popular, con el consabido debilitamiento de las instituciones políticas.

Por el contrario, si el momento se observa como lo que es: una oportunidad, para el intercambio de ideas, el establecimiento de posturas ideológicas, fórmulas para crear y mantener equilibrios, medidas de transparencia y conductas éticas encaminadas a fortalecer la democracia interna de los Partidos, estos pueden verse fortalecidos y ganar la confianza ciudadana.

Bajo esa óptica, me queda claro que si conseguimos vigorizar la vitalidad partidista, en esa medida también se eleva la cultura democrática de la sociedad, en consecuencia, el desarrollo del país.

Si los Partidos Políticos son capaces de superar la conflictividad interna y a utilizar su fuerza, la capacidad de sus militantes, los talentos de sus representantes y la experiencia de sus liderazgos en el cumplimiento de los objetivos constitucionales, el desafío de la renovación, se habrá enfrentado con éxito.

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