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martes, 5 de noviembre de 2013

Quetita Martínez: “La reportera de Dios”.

Columna de Maria Luisa Paulín Hernández

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Quetita Martínez: “La reportera de Dios”.

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  • Perdió la batalla contra el cáncer, pero ganó el cielo.

  • Experta en temas religiosos conoció al Papa Juan Pablo II, entrevistó obispos y cardenales.
  • Fue maestra de los noveles reporteros que cubrían la fuente del Arzobispado.
  • Formó parte del grupo de "Las Cletitas" que cubrían la fuente católica en tiempos del Arzobispo Arturo Szymanski.

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Escribe I María Luisa Paulín.

San Luis Potosí, México.- Bajita, de voz un poco chillona, siempre con una gran sonrisa Enriqueta Fonseca, mejor conocida en el ámbito del periodismo como Quetita escogió este día para dejar el mundo terrenal, de seguro su espíritu está en el cielo porque fue además, una ejemplar madre, una guerrera incansable de la vida en favor de las causas justas.

Los premios de periodismo no eran para ella motivo de soberbia, por el contrario, se mostraba mas humilde cuando era galardonada, en aquellos tiempos en que San Luis Potosí estaba convulsionado políticamente, junto con María Luisa Olivo -la Cletita original- encabezaban los grupos de reporteros que acosábamos al arzobispo Arturo Antonio Szymanski a la salida de sus misas dominicales en Catedral, pretendiendo sacarle declaraciones de primera plana.

Eran los tiempos de los gobernadores interinos, de los navistas, de los desencuentros, de los dignos y los indignos de San Luis Potosí, los reporteros éramos bravos, el afán por ganar la nota principal era la motivación y adelantarse a las preguntas de las decanas de la fuente, casi una hazaña, porque siempre sabían todas las preguntas y también las respuestas.

Szymanski captó de inmediato la estrategia y nos cambió la jugada, un buen día nos invitó a desayunar a su casa, hasta saciarnos y algunos hasta por gula, empacamos con singular entusiasmo los deliciosos tamales de frijolitos negros que nos prepararon las monjitas, acompañados de huevo revuelto y salsa bien picosa, café o atole, según los gustos.

Esa reunión marcó el inicio de una gran historia de amistad, de solidaridad, los broncosos reporteros decidimos pasarnos al bando de los buenos, convertidos en un acto de increíble, en aliados de las cosas buenas que llevaran a San Luis Potosí a conseguir la paz, la reconciliación y el progreso.

Eran también tiempos de convulsión nacional, Cuauhtémoc Cárdenas desafiaba al gobierno y la pregunta obligada para el obispo era a cual partido pertenecía. Con sobrado control de sus palabras don Arturo Szymanski dijo: Del PRD y nos dejó mudos a todos, para destrabarnos definió el significado de las siglas: Del partido del Reino de Dios, P R D, la carcajada fue espontánea y noticia de primera plana.

Las reuniones se convirtieron en costumbres, repasábamos los temas de actualidad y a veces contábamos chistes, J. Carmen García, Filiberto Juárez y David "Dandy" Rangel chanceaban al señor obispo, él aguantaba vara pero les reviraba cuando menos esperaban como experto en esgrima verbal.

Quetita reía a carcajadas y cuando alguien se salía del redil buscaba poner orden junto con María Luisa Olivo, inseparables amigas y compañeras de fuente, eternas jefas de la información religiosa, queridas, respetadas.

Quetita sabía ganarse el afecto de todos, cuando fue a Roma pudo estar cerca del cielo, cerca de Dios, pudo ver con sus propios ojos al Papa Juan Pablo II, escribió reseñas, artículos, notas exclusivas compartiendo con generosidad sus vivencias.

Cuando supo que tenía cáncer lo enfrentó estoica, cubría su cabeza con un turbante y pintaba sus ojos con azul fuerte y la boca rosa, cierto domingo nos encontramos comiendo barbacoa en una carpa frente a la feria, platicamos largo rato, me confortó, me abrazó y juntas recordamos los viejos tiempos, lloramos, nos reímos y pactamos un café.

Quetita, cletita, seguro está en el cielo y con toda certeza puedo decirles que ha de estar apuntando en su libreta todas las entrevistas que tiene pendientes, ahora en su papel de reportera de Dios.

Quetita, abre camino en el cielo, como lo hiciste para muchos en la tierra.

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