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viernes, 18 de octubre de 2013

Ni con Dios, ni con el Diablo.


Así reza el refrán popular para señalar cuando alguien no queda bien con nadie. Eso es lo que ocurre con la reforma fiscal presentada por el Presidente Peña Nieto, ante la Cámara de Diputados, pues en general, por no decir prácticamente todos, estamos molestos por el bodrio aludido.

Inmersos como estamos a través del Pacto por México en una espiral reformista, se pensó -ingenuamente-, que la inercia sería aprovechada para impulsar una propuesta de fondo en materia hacendaria, sin embargo, esa nunca llego, en cambio, la iniciativa del Ejecutivo puesta sobre la mesa, ha sido calificada como una mala miscelánea fiscal, llena de ocurrencias, regresiva, recaudatoria y sostenida por el déficit.

Ha dado pauta inclusive, para que los analistas y expertos más moderados, se hayan manifestado con críticas demoledoras, expresando que la reforma se dirige únicamente a los tributarios cautivos, a la clase media y a las familias que la conforman, e incluso hasta a la clase trabajadora, y contra toda lógica no se encamina a la ampliación de la base de contribuyentes.

Es cierto que se ha calificado también como una reforma de carácter social, en tanto que se pretende atender proyectos como: Pensión Universal y el Seguro de Desempleo. Empero, para la integrante de la Comisión de Investigación Fiscal del Colegio de Contadores Públicos de México, la C.P. Angelina Arellanos Robledo, considera que en la realidad puede distar mucho de ese calificativo, ya que desde hace mucho tiempo no se presentaba al Congreso una reforma con un tinte eminentemente recaudatorio, pero a la vez tan agresiva hacia los contribuyentes.

La decisión en el diseño tiene una inclinación con cálculo político, encaminada a procurar el apoyo de la izquierda, quien ve con buenos ojos la propuesta y da como un triunfo la intocada tasa cero de IVA en alimentos y medicinas, obteniendo con ello una alianza y evitando una confrontación adicional, aunque con visión de corto plazo, la victoria - si se le puede llamar de esa manera-, es pírrica, pues en algunos rubros, también los propios perredistas se han pronunciado en contra.

Lo más complicado para los legisladores consiste en: ¿cómo enmendar la plana? Aquí existen posiciones encontradas, entre oponerse a una propuesta que distorsiona el sistema fiscal e incide de forma negativa en cuanto al desarrollo del país o por otra parte, bajo el esquema del mal menor, tratar de corregirla en lo posible, para evitar daños mayores. Sin duda, la suma entre el PRI y PRD, pueden sacarla adelante, con la oposición del PAN. Aunque la cuestión no es tan simple, pues por encima de los intereses de grupo, se encuentra el de la colectividad y, por lo tanto, es un deber de ética política, el explorar y proponer alternativos, aunque solamente se queden en el posicionamiento, discurso y debate de las ideas.

El ir en contra, simplemente porque es desagradable, sin establecer razones y argumentos, puede interpretarse como producto de una resignación, entendida esta, que sin estar de acuerdo terminamos por no hacer nada, no la aceptamos pero la consentimos. Por el contrario, la representación y defensa de los derechos ciudadanos, exige y reclama que su voz sea realmente escuchada en la más alta tribuna de la nación, como diría el poeta:

“....alzo hoy mi voz a la mitad del foro
a la manera del  tenor que imita
la gutural modulación del bajo
para cortarle a la epopeya un gajo"
(López Velarde).


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