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lunes, 22 de junio de 2015

EN UNA RIÑA DE "JUNIORS", HIEREN DE UNA PUÑALADA EN EL CUELLO, AL POLICÍA FEDERAL MARCO POLO PIÑA

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EN UNA RIÑA DE "JUNIORS", HIEREN DE UNA PUÑALADA EN EL CUELLO, AL POLICÍA FEDERAL MARCO POLO PIÑA

  •    Los hechos ocurrieron en la Quinta Villarreal, ubicada junto a la finca Las Alazanas, por la madrugada de este sábado, y en la riña participaron “LOS JUNIORS”, Oscar Bautista, hijo del recién electo diputado local por este décimo distrito, Oscar Bautista Villegas; Alejandro García Guerrero, hijo del presidente municipal de Rioverde, Alejandro García Martínez y de la recién electa diputada federal Fabiola Guerrero Aguilar; y Sebastián Galindo, hijo del Comisionado de la Policía Federal, Enrique Galindo.

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SAN LUIS POTOSÍ, MÉXICO. LUNES 22 DE JUNIO DEL AÑO 2015 ● Permanece el hermetismo de la riña en Rioverde, San Luis Potosí, entre los hijos de los políticos Oscar Bautista, Alejandro García y Fabiola Guerrero y el hijo de Enrique Galindo, que tiene debatiendo entre la vida y la muerte al escolta Marco Polo Piña, internado en el Hospital Regional de la Zona Media con una herida en el cuello. No hay detenidos a pesar del despliegue de policías estatales y municipales que registraron los hechos.

El sábado 20 de junio, la Policía Ministerial trabajaba en la detención del agresor, no identificado todavía, del agente federal Marco Polo Piña, asignado a la seguridad de Sebastián Galindo, hijo del comisionado de la Policía Federal, Enrique Galindo.

Las versiones de los hechos no son precisas respecto del heridor, y la autoridad estatal corrió sin mucho éxito una pesada cortina en atención a la identidad de los protagonistas más conspicuos de este episodio, hijos del diputado federal Oscar Bautista Villegas, del alcalde de Rioverde Alejandro García y del jefe policiaco federal.

Los hechos:

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Los hechos ocurrieron en la Quinta Villarreal, ubicada junto a la finca Las Alazanas, por la madrugada de este sábado, y en la riña participaron “LOS YUNIORS”, Oscar Bautista, hijo del recién electo diputado local por este décimo distrito, Oscar Bautista Villegas; Alejandro García Guerrero, hijo del presidente municipal de Rioverde, Alejandro García Martínez y de la recién electa diputada federal Fabiola Guerrero Aguilar; y un sobrino de Julio Galindo Ceballos.

El Noticiero Edición 21, de la periodista Alejandra Sánchez en Rioverde, publicó que al repeler un ataque uno de los guaruras del sobrino de Julio Ceballos resultó herido con arma blanca en el cuello y citó que Policías Federales resguardaban el interior y exterior del Hospital General de Rioverde. Esperan un traslado aéreo y montan un operativo en el exterior de la sala de terapia intensiva.

Desde el Café, una comunidad de Facebook que publica noticias políticas en redes sociales, tituló NOCHE DE JUNIORS, donde calificó como “lamentables los hechos suscitados por la madrugada de este sábado en la cabecera municipal de Rioverde.

Se esperaba que el alcalde Alejandro García Martínez ofreciera detalles sobre los acontecimientos, porque está involucrado su hijo; sin embargo, permanece el silencio de las autoridades de los distintos niveles de gobierno a pesar de la gravedad de los hechos.

Las especulaciones sobre quién o quiénes agredieron al escolta han crecido, se dice que ya huyeron gracias a las influencias de Oscar Bautista y Alejandro García, mientras tanto, hasta este sábado por la noche, el estado de salud del escolta se reporta como grave.

En distintas versiones publicadas en medios y perfiles de Rioverde, se supo que un festejo juvenil en un lugar llamado Las Alazanas, fue el escenario de un desencuentro entre los hijos de Bautista y García y el hijo de Galindo Ceballos. La situación se salió de control, el escolta de Sebastián Galindo intentó evitar que las agresiones físicas escalaran y recibió un piquete o corte en el cuello. Sebastián llevó al agente al hospital en Rioverde y luego fue trasladado a San Luis; anoche se le reportaba estable.

De la Ministerial trascendió la versión de un detenido como el heridor e incluso circuló una foto tomada de un perfil de Facebook; la especie fue desechada horas más tarde y luego se habló de un escolta del hijo de Bautista como presunto responsable, todo entre ambigüedades y volutas de humo.

Para el comisionado el tema es muy complicado, aunque al menos ayer no hubo una sola versión circulante que señalara a su hijo como alborotador ni como agresor. Desde luego, lo que menos quería era publicidad sobre el caso, punto imposible cuando un agente a su mando y bajo su responsabilidad resulta lesionado en semejante escandalera. El comisario está en el foco de la opinión nacional casi de manera permanente y ésta en su diversidad recorre todos los tonos, de los adulones meleros a los extremistas de la corrección política.

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Que los hijos del comisionado de la Policía Federal traen escolta, este país no está para imaginar que sea de otro modo. El mes pasado, portadas de los diarios capitalinos llevaban la fotografía del presidente Enrique Peña Nieto entregando una bandera a los familiares de militares caídos el 1 de mayo en el Operativo Jalisco; en Estados Unidos, este tipo de fotos se publican sin reserva, es un honor que no se escamotea a los familiares dolientes, pero en México se difumina el rostro de quien recibe el lábaro por las consecuencias ya conocidas. Lo que suena novedoso es que el hijo de un diputado federal de entre los 500 lleve “escolta”, “madrina” o lo que sea el cargo del supuesto heridor del policía.

Después de los hechos, agentes federales llegaron al lugar y luego el hospital rioverdense estaba discretamente vigilado. Ni pensar en qué hubiera pasado si algún agente hubiera perdido la cabeza a media gresca de escuincles. Por lo que a San Luis toca, este lío no es el único en donde policías llevan la peor parte en juergas de cachorros de la política a quienes no se les puede decir nada.

La madrugada del 20 de marzo pasado, Óscar Ignacio Bautista, otra vez el hijo del diputado federal, fue detenido con otros cuatro amigos por insultos, agresión física e intento de soborno a agentes estatales que lo persiguieron porque huyó cuando le marcaban el alto en el bulevar Rocha Cordero, pues no traía encendido un faro. Cuando lo alcanzaron, según la tarjeta informativa de la propia Policía, en avenida Chapultepec, se puso violento, les dijo de todo a los agentes y golpeó a uno de ellos.

El reporte asienta que al lugar llegó una joven que se identificó como hermana de Óscar Ignacio, e incluso intentó calmarlo y desde ahí le llamó al diputado.

Ya con refuerzos, los policías subieron al hijo del legislador y amigos que le acompañaban a una patrulla y llamaron a la grúa. El joven les ofreció diez mil pesos a los agentes para evitar el arresto y otros diez mil a los gruyeros para que no se llevaran su vehículo; se los rechazaron.

Llamó a su padre de nuevo y le dijo que lo iban a subir en la caja de una patrulla y que “tenía mucho frío”. Los cinco jóvenes fueron ingresados a las celdas de la Policía Estatal, a cuatro de ellos por faltas administrativas y a Bautista junior para su consignación ante el Ministerio Público por ultrajes a la autoridad y el usual “lo que resulte”. Le hicieron el anti alcohol.

Por la mañana, llegó el diputado federal a la sede de la Policía Estatal. Con el apoyo de funcionarios de Gobierno, ahí mismo “olvidaron” los cargos de agresión y ultrajes a policías y el muchacho salió libre con sólo una infracción por cinco faltas viales, entre ellas no traer un faro y conducir a exceso de velocidad; los acompañantes también quedaron libres.

¿Y los policías? Bueno, hubo castigos a agentes por el reporte y el desquite contra ellos de un iracundo José Luis Urban Ocampo porque prensa se enteró Esa es la impecable idea que este gobierno tiene de su obligación de aplicar la ley sin distingos. Por eso la seguridad va tan bien.

Pero no se piense que es sólo una temporada inquieta del muchacho. Entre las que se han hecho públicas, en febrero de 2013, en un antro rioverdense llamado La Malquerida, los “escoltas” del joven lo sacaron para evitar que un zafarrancho se volviera un asunto con saldos lamentables. Y de nuevo el manto de impunidad.

En aras de la seguridad, la autoridad estatal ha montado un operativo de prevención que recorre las calles los fines de semana, una versión actual del “Convoy” de los tiempos de Jonguitud, y la policía carga con caguameros de banqueta, vándalos, adictos a los solventes, conductores en falta, juerguistas escandalosos y vagos sin oficio. Después envía un parte puntual con el número de detenidos y sus presuntas faltas. De los hechos en Rioverde, aunque los hervores del caso hayan desbordado la olla, parece que no tendremos derecho a saber, así sea que paguemos el sueldo del agente agredido y los servicios médicos que requirió.

El rasero de nuestra autoridad se vuelve muy indulgente cuando de los Hijos-De-Algo se trata. Si algún día agravian a un ciudadano en sus correrías, ya se sabe qué puede esperar la víctima y no es justicia, menos un dictamen transparente. Y de esos episodios de impunidad ya está cansado este país.

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